lunes, 7 de enero de 2013

El dolor de una sonrisa

Por José Alberto Álvarez Bravo


El destino de Luis Alberto Sigas Núñez estuvo marcado desde que su padre, mucho antes del momento de la concepción, decidió  abandonar las filas de la Policía Nacional Revolucionaria, en la que se había desempeñado en el Departamento de Patrullas.

El 15 de enero de 2010, cuando ya Luisito tenía nueve semanas en el claustro materno, otro giro brusco de la rueda de la fortuna lo convirtió en huérfano de padre: Alberto Sigas Hechavarría salió de casa para no regresar nunca más. Sus actos lo habían condenado sin remedio, pues no solo dejó las filas del oficialismo, sino que se integró al Movimiento Opositores por una Nueva República, y colaboró con el Partido Republicano de Cuba, en el Municipio Regla, apostasía que el carácter vengativo de la tiranía castrista no le perdonaría nunca.

Casi de inmediato, la policía política lo puso en la mira. Según cuenta su esposa, Carmen Núñez Armentos (en la foto) en noviembre de 2009 comenzó el asedio contra Alberto Sigas; citaciones, visitas, amenazas de desaparición. Menciona concretamente a un represor supuestamente nombrado Yoan, conocido en la sociedad civil como “mochilita”, quien le dijo textualmente: “si no te quitas de eso, te vamos a pasar por arriba como un tren”; “te vamos a desaparecer”.

El 15 de enero de 2010 Alberto dejó su casa con la promesa de regresar en breve, dirigiéndose al domicilio de su madre, Elia Hechavarría Dulcet, en el Reparto Abel Santamaría, aledaño al Wajay, en el Municipio Boyeros. Refiere la señora que su hijo salió junto a sujeto nombrado Dalver, “el herrero”, de quien se dice que “trabaja para el aparato” (policía política). A partir de ese momento, Carlos Alberto y Luis Alberto Sigas Núñez conocieron lo que significa la palabra huérfano.

Luisito nació enfermizo. Es un niño triste. Nunca le he visto la sonrisa diáfana que se corresponde con su edad. Pero el día 5 de enero de 2013 su sonrisa resplandeció como un sol. El esfuerzo de muchos buenos cubanos, dentro y fuera de la isla, cristalizó en una fiesta por el tradicional Día de Reyes, en la sede de las Damas de Blanco, en la calle Neptuno, en Centro Habana. La radiante sonrisa de Luisito al estrenar su juguetico me causó dolor. Y compartí las lágrimas con Elia, quien esta demandando al gobernante Raúl Castro la investigación del caso de su hijo. Como Secretario de la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos (AFACUDE), y como cubano, me sumo a la demanda de Elia, y pido a todos los cubanos que sumen su voz a tan justa aspiración. En change.org hay esta demanda, y quienes puedan desde el exilio dirigirse a Amnistía Internacional y otras instituciones, les pido que lo hagan también, para que la sonrisa de estos niños nos duela menos.




A Cecilia Molinero:

Ha quedado evidenciada una vez la razón de Martí cuando dijo: “Los hombres van en dos bandos; los que aman y fundan, los que odian y destruyen”. Cecilia pertenece por entero al primer grupo; los Castro y sus cómplices lideran el segundo.

Cecilia juntó sus pequeños recursos con su gran corazón y les envió un paquetico a los niños del disidente pacífico desaparecido por la policía política, Alberto Sigas Hechavarría. Carmen Núñez, probablemente viuda de este mártir de la resistencia anticastrista, recibió confiada su pequeño bulto, cubierto de cinta adhesiva. No podía sospechar cuánta maldad había sido cometida con este cariñoso envío de Cecilia Molinero, noble fruto de la matriz sevillana.

A pesar de que el sobre especificaba que el contenido era para un niño delicado de salud, un alma ruin y despreciable, de las que proliferan como hongos en el pervertido feudo Birán, abrió el paquete, contaminó los petes de chocolate con bicarbonato, en el envase de este producto añadió café, abrió los envases del comino y la pimienta y les extrajo parte del contenido, y por último se robó 5 de los 20 euros que con amor y sacrificio Cecilia había enviado.

Cecilia tuvo además el mérito de ser la primera persona que se solidariza con la desventura de esta familia, víctima de la criminalidad del grupo de rufianes que ha convertido a Cuba en su finca privada.

Carlos Alberto y Luis Alberto Sigas Núñez, quienes por su extrema orfandad apenas disfrutan alguna de estas caras golosinas, armaron una clamorosa algarabía y su madre tuvo que lavarles los petes, que malas manos habían contaminado.

De los sobres del bulto, noten que el interior está roto, por donde extrajeron el contenido para robar y sabotear el alimento de los niños; luego hay que oír a los testaferros del castrismo llenarse la boca con frases altisonantes sobre el “desvelo” de “la revolución” con los niños cubanos. Veremos qué van a decir sobre este indignante atropello, si es que algo dicen.

Ahí les mando las fotos con el bicarbonato contaminado y los sobres rotos



Para conocer mejor este caso, vea http://www.youtube.com/watch?v=R1vB7WWl-w4

Y buscar:   Cuba: desapariciones forzadas I

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